Tanto hombres como mujeres están obsesionados en ser unos buenos dadores de placer, unos buenos amantes. El sexo se convierte en una carrera por dar la talla, por rendir sexualmente lo que se espera de uno/a, debido a una necesidad constante de tener que demostrar. Influenciados por el modelo coitocentrista e hipergenitalizado del sexo en la pornografía y por las fórmulas mágicas en forma de técnicas de amatoria que prometen el clímax, garantizan la artificialización de los movimientos durante el acto sexual. ¿Cómo hacerlo, más lento o más rápido? ¿penetraciones profundas o a nivel del punto G? ¿Qué postura y cuando cambiar? ¿cuánta duración, cuánta intensidad es necesaria? Movimientos más enfocados a la obsesión por dar placer, por encima de la necesidad de recibirlo.
El verdadero objetivo del sexo es el placer, desprovisto de objetivos preestablecidos, que si no son alcanzados, generan frustración e insatisfacción, como son la penetración y el orgasmo. La penetración y el orgasmo son consecuencias, y posibles secuencias, del camino del placer. Delimitar en exceso este camino le resta espontaneidad a la posibilidad de explorar, dejarse llevar, ampliar nuevos horizontes, jugar sin reglas, en definitiva, a centrarse en el propio cuerpo, en el propio placer.
La clave para ser un buen amante está en aprender a sentir el placer, a vivirlo intensamente, a tragárselo, pues para dar placer, lo primero es saber disfrutarlo uno mismo, si sabes recibirlo, sencillamente sabes darlo. El cuerpo que sabe recibir placer y se relaciona sexualmente dejándose llevar por su placer, está mucho más cerca de ser un buen amante por la autenticidad que imprime en cada movimiento y gesto.
Parece fácil a simple vista, pero es más fácil decirlo que hacerlo, pues implica luchar contra las rutinas que nos impone la vida diaria. En la sociedad actual nuestra atención está centrada fundamentalmente en lo externo al cuerpo, tanto en lo laboral y personal como en el ocio. Desconectados del cuerpo se pretende conectar con otros cuerpos. Sin conocer el cuerpo pretendemos disfrutar de él, y los más osados pretenden conocer el cuerpo de otras/os, que quizás no conocen sus cuerpos tampoco.
4 breves consejos para aprender a sentir el propio cuerpo y crecer eróticamente:
- Cambia tu autoerotismo. La forma en la que te masturbas determina en gran medida cómo has aprendido a obtener el placer. Desgenitaliza la forma que tienes de autoestimularte para sensibilizar más el cuerpo.
- Respira profundamente. La respiración es uno de los ejes principales del placer, el cuerpo que respira profundamente se predispone a sentir. No sincronices tu respiración a los movimientos del sexo, ésta deben ser más lenta.
- Retrasa la estimulación genital y la penetración lo máximo posible, para dar protagonismo al cuerpo y todas sus zonas erógenas.
- Cuando domines lo anterior, simplemente déjate llevar, escúchate y escúchala/e, y actúa en consecuencia, sin seguir consejos baratos que limiten tu creatividad y tu manera personal de entender el placer.