Nov
16
2015
Artículo
Pedro Lucas

Es un hecho innegable que la ansiedad puede ser considerada uno de los males más prevalentes en las sociedades actuales. La ansiedad es la enfermedad del S. XXI y es difícil no haber pasado por un estado ansiógeno a lo largo de la vida. La ansiedad es miedo, y el miedo en si mismo es una respuesta necesaria para la superviviencia, pero cuando no peligra nuestra integridad ¿para que sirve el miedo?
En muchos casos, el miedo sirve para restar felicidad a la vida. La ansiedad es una sensación desagradable y muchos individuos para contrarrestar esa ansiedad recurren a la masturbación, para calmar ese malestar del ser. Se utiliza la masturbación para escapar momentáneamente de la ansiedad, gracias a la bioquímica de la excitación y el orgasmo. El organismo libera feniltilamina (presente en el chocolate y durante el enamoramiento), que eleva al energía y el humor; oxitocina que es una hormona estimulante responsable del buen humor, la risa; endorfinas y dopamina entre otras. Además, durante la masturbación la respiración se torna más profunda y contrarresta la hiperoxigenación que desencadena la ansiedad.
La masturbación como la píldora para mejorar la sintomatología de la ansiedad. A simple vista suena bien, pero detrás se esconde una conducta adictiva que puede afectar a la sexualidad. He podido ver casos de ansiedad generalizada donde las personas se masturbaban 4 o 5 veces al día para calmar su ansiedad. Y es normal esta frecuencia, porque aunque la ansiedad se calme con la masturbación, es por un intervalo muy corto de tiempo, siendo necesarias más dosis para escapar del malestar. Parece lógico pensar que genere cierta dependencia.
Pero lo preocupante de esta conducta adictiva no es tanto la frecuencia, sino la forma de masturbarse. Normalmente son “pajas” de fácil consumo y rápido olvido, directas al grano, al objetivo, que es el orgasmo y la sensación que éste provoca. Esta situación descrita de masturbación como respuesta a la ansiedad, puede desembocar a medio o largo plazo en una eyaculación precoz y en una forma muy reduccionista de entender y/o mal reaprender el placer. En esta forma de masturbación, escasea la recreación y degustación de las sensaciones agradables que implican la estimulación sexual y predomina esa huida del malestar que produce la ansiedad. La escapada de la ansiedad a costa de la privación de sensaciones. Con el tiempo, el cuerpo se acostumbra a no percibir las sensaciones que preceden al orgasmo y se incrementan las posibilidades de desarrollar una eyaculación precoz, pero sólo es una posibilidad.
Como conclusión, no quiero terminar el articulo sin dejar claro que la masturbación es una conducta absolutamente saludable y necesaria para el autoconocimiento del cuerpo y del placer. En un contexto adecuado, sin miedo a ser molestado, las veces que apetezca, con tiempo para ello y no como respuesta o solución momentánea a la ansiedad, la masturbación es una forma de obtener placer totalmente legítima saludable y muy recomendable en todas las estapas de la vida .
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